MADRID. -Puede parecer
catastrofista, pero tras las palabras y escritos de Jorge Riechmann (Madrid,
1962), se adivina, ante todo, un optimismo del que muchos no se ven capaces: el
de imaginar una solidaridad común, una "autoconstrucción colectiva"
-en palabras del poeta y activista- que acabe de una vez por todas con el
sistema capitalista, antes de que éste termine consumiéndonos a todos. Profesor
de Filosofía Moral de la Universidad Autónoma, militante de Ecologistas en
Acción y de Izquierda Anticapitalista y miembro del Consejo Ciudadano de
Podemos en Madrid, Riechman ha analizado a través de una extensa bibliografía
(su ultimo ensayo es Autoconstrucción, de la editorial Catarata) las
aberraciones de un modelo que consume y vive sin límites en un planeta que se
muere a ritmo acelerado. Durante los días 26, 27 y 28 de junio participa, junto
a otros representantes de movimientos sociales, investigadores, activistas y
políticos de una decena de países, en los II encuentros Alternativas frente a
los retos ecosociales que se celebran en Madrid para combinar los enfoques
social y ecológico y buscar respuestas conjuntas con las que combatir las
crisis, desde la económica hasta la de valores, que padece la sociedad actual.
Yo defiendo desde hace tiempo que
no podemos pensar en una sociedad que sea sustentable de verdad y que siga
siendo capitalista. Si queremos sociedades que puedan durar en el tiempo, que
sean perdurables, no hay forma de esquivar la cuestión del sistema y las
rupturas anticapitalistas. Tenemos que fijarnos más en algo que, aunque ya
estaba presente en El capital de Marx, no ha tenido mucha importancia en los
intentos históricos de avanzar en el socialismo: la idea de que las fuerzas
productivas son, a la vez e idisociablemente, fuerzas destructivas. Y esa parte
destructiva ha ido en aumento con respecto a la parte productiva a medida que
se han ido desplegando las sociedades industriales.
Yo creo que una cuestión central
en nuestro tiempo es el choque de las sociedades industriales con los límites
biofísicos del planeta. Según los cálculos de la huella ecológica del conjunto
de la humanidad, estamos viviendo como si tuviéramos a nuestra disposición un
planeta y medio. Es una situación aberrante que sólo se va a poder mantener un
tiempo. Estamos viviendo, literalmente, como si no hubiera mañana… y eso es
altamente problemático. Y lo que dice el ecosocialismo es que la fuerza
principal que está detrás de ese choque contra los límites biofísicos del
planeta es la dinámica autoexpansiva del capital.
¿Y cómo se le da la vuelta a un sistema, el capitalista, que no es sólo
político o económico, sino también cultural y de valores, que está impregnado
en todos?
Yo creo que esa es una dimensión
muy importante que ha ido incluso ganando peso por los procesos culturales de
los últimos decenios. Es cierto que cada sociedad genera los objetos que
necesita, o los objetos congruentes con ese orden social. Eso, de hecho, es un
proceso en bucle. Las personas somos generadas por la sociedad, la sociedad
genera sujetos y los sujetos reproducen, producen y cambian la sociedad. Es un
bucle de realimentación. Pero lo nuevo, que es muy tremendo en esta situación
en la que nos encontramos, es que a medida que se ha afianzado la versión
neoliberal del capitalismo, éste entra mucho más hondamente en la constitución
de la subjetividad. Hay una frase, de estas inmortales que produjo Margaret
Thatcher, que venía a decir algo así como: “La economía en realidad no importa
tanto, en realidad donde nos jugamos todo es en el alma humana”. Esto Margaret
Thatcher y otros teóricos del neoliberalismo lo tenían muy claro.
Y lo que ha ido teniendo lugar es
un proceso en el cual esa dinámica de expansión de la sociedad mercantil se ha
ido introduciendo cada vez más en la gente. Entonces claro, pensar en esos
términos nos da idea de la dificultad de este asunto, que no puedes en efecto
considerar que tu adversario es algo exterior que tienes enfrente, así,
nítidamente delimitado, sino que lo has incorporado, es una parte de lo que tú
también eres.
A mí una imagen un poco
humorística que he usado alguna vez para intentar contar esto es este personaje
de las fábulas centroeuropeas que es el barón de Münchhausen. En uno de los
lances célebres de su vida, Münchhausen cae dentro de un pantano con su caballo
y se está hundiendo en las arenas movedizas. Y entonces para salir lo que se le
ocurre es tirar de su propia coleta y consigue sacarse del pantano. Lo que nos
toca hacer es algo parecido a eso. Yo creo que hay que pensarlo desde la
autoconstrucción colectiva.
¿A qué nos exponemos? Los científicos ya hablan de que se ha puesto en
marcha la sexta gran extinción de especies, la primera que estaría causada por
el hombre y la primera que afectaría al hombre… la sociedad no parece muy
consciente
No. Eso es dramático. La
diferencia que hay entre el mundo de creencias en el que está viviendo el
promedio de la gente en esta sociedad y la situación objetiva tal y como
podemos referirnos a la misma por medio de la ciencia, es enorme. Somos
incapaces, como sociedad, de hacernos cargo de lo que está pasando y de ver lo
cerca que estamos de despeñarnos por un abismo cuyas dimensiones no acabamos de
calibrar. Sí que lo hacen los investigadores e investigadoras y por eso están
lanzando gritos de alarma cada vez más desesperados desde hace mucho tiempo.
Uno de los generales golpistas en
Brasil en la primera de esas dictaduras que se implantaron en América Latina en
los años 60 dijo: “El país se encontraba delante de un abismo y decidimos dar
un paso al frente”. Nuestras sociedades están al borde de un abismo y están
avanzando a toda velocidad. No paso a paso, sino de forma motorizada sin darnos
cuenta de lo que eso representa.
Si hubiera que señalar sólo tres
ámbitos de la dimensión de esa crisis ecológico-social, serían el calentamiento
climático, la crisis de recursos y la extinción masiva de diversidad biológica.
Son tres procesos que están, literalmente, quitándonos el suelo de debajo de
los pies. Seguir haciendo las cosas más o menos como las estamos haciendo ahora
nos lleva a un ecocidio, acompañado de un genocidio, que si no somos capaces de
cambiar se llevará por delante, yo creo, a la mayor parte de la población
humana en los decenios que siguen. Y de eso es de lo que se está hablando
cuando hablamos de cambio climático.
Todas las esperanzas para frenar el cambio climático están puestas en
la cumbre de París de diciembre de este año. ¿Un protocolo que sustituya al de
Kioto es suficiente?
Todo indica que, tal y como están
planteadas las cosas, no será suficiente. Lo que convencionalmente con una base
científica se ha establecido como un nivel más o menos de seguridad son los dos
grados centígrados de incremento de la temperatura promedio con respecto a los
niveles preindustriales, y muchos científicos piensan que no se deberían
sobrepasar los 1,5 grados. Sin embargo París es importante en la medida en que
pueda suponer un cambio de tendencia por lo menos, porque la situación ahora es
que estamos emitiendo cada vez más, cada vez más deprisa. No es que estemos en
una situación de equilibrio, sino que las emisiones siguen creciendo y cada vez
más rápido. Y París puede servir como el inicio de una inflexión en ese
sentido. Pero yo estoy convencido de que sin rupturas anticapitalistas, sin
avanzar claramente hacia otro modelo de producción y consumo, no hay forma de
evitar ese desenlace muy dramático.
Usted es miembro del Consejo Ciudadano de Podemos en la Comunidad de
Madrid. ¿Ve representados los valores ecologistas en el partido?
De manera muy insuficiente. No es
un problema sólo de Podemos, es un problema de la mayoría de nuestras fuerzas
políticas. Hay una cosa que subrayaba hace un par de años un activista
brasileño de los involucrados en el Foro Social Mundial de Porto Alegre, Chico
Whitaker, en referencia a los movimientos como el 15-M u Occupy Wall Street,
que empleaban el lema de “somos el 99%, frente a un 1%”. Si pensamos en
términos ecológicos y sociales esa distribución no es así. Chico Whitaker decía
que habría que pensar más bien en un 1% de gente que tiene cierta conciencia
del mundo real en el que vive y que está intentando alertar a otro 98% de la
situación dramática en la que nos encontramos para sumar fuerzas y hacer frente
al 1% restante que está en lo alto de la pirámide de la riqueza y el poder.
Pero el nivel de conciencia en ese 98% de la población no es ni de lejos el que
se requeriría.
Extraído de aquí.