miércoles, 11 de enero de 2012

Diez preguntas sobre el anarquismo: una entrevista a Ángel Calle de Arturo Borra




1)                 Al menos en la Europa de la última década algunos movimientos sociales –tal como ocurre con el movimiento 15-M- han reactivado de forma más visible un cierto espíritu libertario. ¿Qué factores inciden en este retorno del anarquismo? De forma inversa: ¿por qué ese espíritu libertario no cuenta con apoyos sociales más amplios?
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Por factores propios: la caída del muro de Berlín y el auge de los nuevos movimientos sociales de los 70 (como el feminismo o la okupación o el ecologismo) tienden a reivindicar formas de autonomía. Factores externos: las élites no se cansan de repetir que hay que apostar por la democracia y el 15M va y pide democracia, pero real. También internet dinamiza a los movimientos más horizontales.
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No es un retorno a formas anarquistas, aquí hay comunitarismo, cuidados, etc. y se comparte una hipersensibilidad frente al poder que lleva a explorar formas de democracia desde abajo, o emergentes.
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2)                 Admitamos que no hay garantías para la promesa de otro mundo posible. En esas condiciones de incertidumbre, ¿cómo movilizar a diferentes sujetos colectivos en la construcción de un porvenir deseado?
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Atacando necesidades básicas concretas, no sólo materiales, a mi entender (ver teoría del desarrollo a escala humana de Max Neef en los 80) de ahí articulando proyectos de vida y de propuesta colectiva y social realmente democráticos que tengan la sustentabilidad como horizonte.
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3)                 La frontera entre marxismo heterodoxo y anarquismo no siempre resulta nítida, aunque sus diferencias con respecto al estado son conocidas. En este punto, ¿qué puede aportar ese discurso marxista al movimiento libertario?
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Hay muchos marxismos heterodoxos, algunos son elucubraciones mentales, otros disputas de partido.. Reivindico los trabajos de Eduardo Sevilla sobre Marxismo, pensamiento libertario y agroecología.
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4)                 ¿De qué forma podría concebirse la transición desde los actuales estados-nación a una sociedad sin estado, dando por sentado que los grupos hegemónicos ya despliegan todos los medios disponibles –sin excluir la violencia- para retener su régimen de privilegios? ¿Cómo se regularían los conflictos tanto en la vida pública como privada en esa sociedad autogobernada?
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No veo factible ese escenario, no digo que sea o no deseable. La democratización de tierras exige reforma agraria, y eso exige instituciones para construir lo común y destejer el poder desde arriba, si no es el Estado algo parecido será...
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Particularmente me interesa el aquí, mañana y con quienes estén cerca o afines: es la necesidad de expansión de presentes lo que nos llevará a otros mundos, siguiendo a Sousa Santos, no el que elaboremos miles de pensamientos posibilistas, a mi entender.
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5)                 Uno de los reproches más repetidos con respecto a la izquierda es su dificultad de construir frentes de lucha en común. ¿Qué responsabilidades históricas tiene el anarquismo en la fragmentación de esos movimientos que buscan activamente una transformación social radical?
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No creo que existan “responsabilidades históricas”, creo que existen gentes y sus tiempos, y quizás ese anarquismo ya intuía las formas feroces de las jaulas de hierro que también denunciaran sociólogos liberales
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6)                 ¿Por qué deberíamos renunciar a abrir un frente de lucha también (aunque no solamente) en las instituciones del estado, considerando que sus políticas nos afectan de forma directa? ¿Qué posibilidades reales hay de articular «representación parlamentaria» y «democracia directa»?
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Son posibilidades que se cimentarán o no en realidades. Por ejemplo, la democratización de tierras, la difusión y elaboración colectiva de conocimiento, el acceso a tecnología, la posibilidad de una renta mínima, etc. son caminos de autonomía pero que pueden tener apuntes y paraguas en instituciones sociales, públicas o no, representativas o no. Es la cuestión de cómo gobernar los comunes...
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7)                 Una lectura habitual de la célebre expresión “pasar del gobierno de los hombres a la administración de las cosas” es que ese pasaje equivale a una clausura de lo político, esto es, a una sociedad reconciliada, libre de antagonismos. En caso que resulte válida esa lectura, ¿hasta qué punto no se reintroduce un principio teológico en la historia humana, esto es, una dimensión mesiánica en la que el Otro es plenamente integrado a la comunidad?
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No todo lo enunciado como utopía es una utopía, en sentido de espacio abierto e inclusivo, los liberales construyeron cercados sobre la propiedad, también el drama de muchas propuestas ha sido querer cerrar el futuro, con buenas o malas intenciones
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8)                 En algunas variantes ácratas, de modo similar a lo que ocurre en el liberalismo, la noción de «poder», circunscripta al estado, es concebida en términos negativos y represivos. Ahora bien, ¿qué implica desistir de toda forma de poder? ¿Qué puede hacer el antipoder ante poderes imperiales globales, despreocupados de la injusticia cotidiana y de la violencia que ejercen sobre millones de seres humanos?
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A mi entender existe poder como acumulación (Marx), como lenguaje que nos atraviesa (Foucault), pero también como empoderamiento. El más importante reside en la capacidad de rebeldía colectiva, y esto es un asunto más de cultura que de estructura, en el sentido de que no se pueden suprimir las primaveras, y la libertad es parte de nuestras necesidades básicas...
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9)                 La abolición de todo principio de jerarquía a menudo choca contra el reclamo de autoridad por parte de una subjetividad que con Guattari podemos denominar «capitalística». ¿Cuáles serían los espacios estratégicos fundamentales para cambiar esa subjetividad dominante y qué papel deberían jugar los intelectuales en este proceso de cambio?
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Autoridad no es lo mismo que autoritarismo. Conozco campesinos que son una autoridad en materia de geomorfología y madres que lo son en pediatría (intercambiando géneros también vale). La cuestión es si el poder vuelve, y genera poder o empoderamiento para construir, para relacionarse. Eso puede convivir con procesos de dinamización, de autoridad, con referencias estables de vida o de organización, etc. Todo espacio que apunta a eso es ya un hecho rebelde. La suma de ellos da posibilidades de pensar una rebeldía colectiva. Cuando esta trasciende de la resistencia a la vivencia personal y social se siembran ya otros mundos. Todo ser reflexiona luego es intelectual. Quienes se aprisionen en bibliotecas carecerán de inteligencia emocional, por lo tanto...
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10)             La actual arremetida del capitalismo mundializado, facilitada por la institucionalización del estado de excepción, parece estar conduciéndonos a un punto de no retorno en el que el desastre ecológico y social es una posibilidad cierta, nada remota. ¿Cómo reinventar las luchas libertarias en el siglo XXI, considerando esta dinámica económico-política que nos enfrenta a una situación inédita en nuestra historia?
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Creo que no hay que reinventarlas en el sentido más teórico, aunque imagino que por ahí no vas: hay que animarlas, vivirlas, comprometerse con ellas.

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